En el mundo industrial, el servicio suele asociarse con intervenciones técnicas, mantenimiento y asistencia. Sin embargo, detrás de este término se esconde un universo mucho más amplio, compuesto por relaciones, habilidades transversales, intuición y capacidad de resolución de problemas. Es un trabajo que requiere técnica, por supuesto, pero también empatía, visión y capacidad de adaptación.
Servicios en el sector energético
Para empresas como CR Technology Systems, que trabajan en el sector eléctrico, es fundamental estar siempre al día de las nuevas tecnologías y tendencias. De hecho, se trata de un mercado sujeto a una gran flexibilidad en el escenario actual, en constante evolución.
Por lo tanto, un elemento crucial es integrar habilidades dinámicas dentro de la empresa. Entre ellas, el servicio es una de las más solicitadas. Se trata de un trabajo de ingeniería inversa que parte del estudio y análisis de un sistema existente para ampliar, modificar, mejorar o modernizar plantas eléctricas, subestaciones o componentes individuales como cuadros eléctricos.
En esta área, las habilidades requeridas a nuestros ingenieros son transversales: mecánicas, eléctricas, logísticas y relacionales. Es importante gestionar repuestos, elaborar propuestas de mantenimiento predictivo, identificar piezas críticas y, sobre todo, saber escuchar a los clientes. Requiere capacidad de resolución de problemas, capacidad de trabajo bajo presión, intervención rápida y atención constante al cliente. El verdadero valor añadido reside precisamente en ser un punto de referencia concreto, rápido y eficaz.
Prestar servicio no significa solo intervenir cuando algo falla. Es mucho más: es ser un punto de referencia integral para el cliente, en cualquier etapa del ciclo de vida de un sistema. Puede tratarse de una simple solicitud de documentación técnica, la resolución urgente de una avería o un estudio de modificaciones o mejoras para adaptar el sistema a las nuevas necesidades operativas del cliente.
Le preguntamos a Andrea Tiechcer, representante de Atención al Cliente, cuáles son los principales retos que encuentra al trabajar con plantas existentes, a menudo obsoletas. «Uno de los mayores retos es encontrar información: la documentación en papel suele estar incompleta o ser difícil de encontrar, y a veces los referentes de los proyectos originales ya no trabajan en la empresa. Esto ralentiza la fase inicial de diagnóstico y resolución de problemas. En estas situaciones, la atención al cliente in situ es esencial: incluso los pequeños detalles o indicaciones recopiladas in situ pueden marcar la diferencia». «El problema se complica aún más», añade Tiechcer, «cuando se necesitan repuestos que ya no se fabrican. En este caso, la creatividad y la adaptabilidad entran en juego: hay que ser capaz de encontrar soluciones alternativas o replantear partes de la planta para integrar componentes más modernos. No hay dos situaciones iguales: cada sistema supone un nuevo reto que requiere ingenio, experiencia y una buena dosis de flexibilidad».
Saber colaborar con el cliente
La colaboración con el cliente es esencial en cada fase del trabajo: desde la preparación del proyecto hasta su puesta en marcha. Y no nos referimos solo a la coordinación técnica, sino sobre todo a la comunicación. Dado que los imprevistos ocurren, son inevitables, pero si se abordan conjuntamente, con transparencia y rapidez, se vuelven gestionables.
Por eso creo que es fundamental que el cliente tenga siempre una referencia clara, alguien con quien hablar en caso de dudas o problemas críticos. Tener un único interlocutor, que luego se mueve internamente para coordinar las distintas funciones de la empresa, realmente marca la diferencia. Es fundamental que toda la empresa trabaje en equipo: cada uno tiene un rol, pero se necesita una visión compartida para llevar a cabo una intervención de forma fluida y eficaz.
El futuro del servicio: digital, predictivo y conectado
En los próximos años, el papel del servicio será cada vez más estratégico. Con el envejecimiento progresivo de los sistemas, aumentará la necesidad de intervenciones específicas, no solo correctivas, sino también predictivas. Prevenir los problemas, en lugar de perseguirlos, será la clave para garantizar la continuidad operativa y la seguridad.
El mantenimiento predictivo, potenciado por sensores inteligentes y herramientas de monitorización, tendrá un peso cada vez mayor. Es la dirección natural en la que se mueve el sector, siguiendo el proceso de digitalización que ahora afecta a todos los sectores industriales. En este escenario, será cada vez más necesario que quienes trabajan en el servicio estén al día de las innovaciones tecnológicas y preparados para interpretar las necesidades del mercado. Pero junto con la tecnología, la organización interna también seguirá siendo fundamental: saber gestionar la información, documentar con precisión y responder con rapidez. Ahí es donde realmente se marca la diferencia.
En conclusión, prestar servicio es mucho más que reparar: es escuchar, observar, analizar, elegir. Es estar cerca del cliente en una experiencia de confianza, presencia y capacidad de adaptación al cambio. Es un trabajo técnico, sí, pero ante todo es un trabajo humano. Y quizás por eso es tan estimulante, día tras día.